Un niño de 9 años logra crear una pequeña protectora de animales en su garaje

Esta historia, por mucho que suene a cliché, es increíble pero cierta. Un cuento real y realmente bonito. Es la historia de un sueño, el que soñó un niño pequeño en Filipinas llamado Ken y que, contra todo pronóstico, se ha hecho realidad.

Happy Animals Club, así se llama la pequeña protectora, con política de sacrificio cero, que Ken ha creado en el sur de Filipinas gracias a la colaboración y a las donaciones de gente de todo el mundo.

Él tiene un perro que se llama Chulo y en sus paseos con Chulo se topó con unos cachorritos delgaduchos y llenos de heridas, con sarna… Y Ken empezó a darles de comer.

Y lo hizo él solo, porque sí, porque lo que le gusta a este niño es ayudar a los animales. Su padre le siguió un día y se topó con la escena…

Así lo cuenta Ken en su web:

«Hola, me llamo Ken. Desde siempre, mi sueño fue crear una protectora para ayudar a los perros y gatos callejeros. Aquí podéis ver algunos carteles que cree cuando tenía 8 años. Mi padre me dijo que necesitaría mucho dinero y 20 años para poder crear mi protectora. Me dijo que sólo los adultos pueden recaudar el suficiente dinero para abrir un refugio de animales.

Pero entonces, en febrero 2014, unas fotos en las que se me ve dándole de comer a perros callejeros se empezaron a pasar de una web a otra. Gente amable que vio las fotos, donó dinero para ayudarme a cuidar de los perros.

Nos llegó el suficiente dinero para acoger a los perros y darles comida de calidad y cuidados veterinarios. Empezaron a engordar MUCHO, se curaron sus heridas y les creció el pelo. Y aprendieron a no asustarse de los humanos.

Así es como están tras dos meses de cuidados en Happy Animals Club.

 

Se llaman Blackie, Brownie y White Puppy y pronto podrán ser adoptados.»

¿No es fabuloso lo que ha conseguido Ken? Ver la transformación que ha logrado en esos tres perrillos callejeros es emocionante a muchos niveles.

Un ejemplo maravilloso de que si quieres… puedes.

En la web, Ken publica las facturas de lo que han gastado en pienso y también en construir el pequeño refugio donde ahora duermen los cachorritos. Aceptan, claro, donaciones de todo el mundo para seguir con su labor.

 

Vía Sr.Perro

 

Una carta que deberían leer todos aquellos que han abandonado o maltratado un animal

Hola chicos… ¡FELIZ AÑO 2019! Esperamos que hayáis tenido una buena entrada de año y ojalá que la compartáis con vuestro mejor amigo de cuatro patas, hoy os traemos una reflexión.. Una carta que habla sobre el abandono y maltrato animal, algo que debemos tener muy presente ya que es un problema que sucede cada día, y que ojalá llegue el día que no tengamos que hablar de ello porque por fin hayamos podido acabar con ello…

 

Una carta que deberían leer todos aquellos que han abandonado o maltratado un animal

De cómo tu perro cambió mi (nuestra) vida es un post publicado por Javier Ruiz en su blog Doblando Tentáculos. Es un texto maravillosamente escrito, que rebosa amor justo tras pagar el obligado peaje, y que deberían leer todos aquellos que han abandonado o maltratado a un animal. Javier me ha permitido traerlo aquí íntegro.

Cuanta más difusión reciba este escrito, mejor. Hay que multiplicar las posibilidades de que lo lean personas que hayan abandonado o maltratado un animal, pero sobre todo es importante que llegue a aquellas que podrían llegar a hacerlo y tal vez estén a tiempo de recapacitar.

Nunca, bajo ninguna circunstancia, el maltrato o el abandono pueden ser una opción para nadie.

¡Hola! Esto es una carta extraña, pues no sé a quién le escribo. Solo espero que algún día, por suerte o por tenacidad, llegue a la persona que abandonó a Caos: nuestro perro, que antes no fue nuestro, sino de alguien que no lo merecía.

Llegó a finales de junio del 2012, y se fue la víspera del día de Reyes del 2015, de madrugada. Sí, has leído bien: la noche de Reyes del año 2015. Vivió dos años y siete meses más de lo que supongo creías, y yo hubiese empezado a escribir esta carta en el mismo momento en que nos despedimos de él si hubiera podido reunir el valor para sentarme en la mesa de trabajo junto a la que él descansaba varias horas al día.

Si todavía no sabes si fue tu perro, te diré que lo recogimos en la carretera antigua que conecta Corbera de Llobregat con San Andrés de la Barca (la Ctra. de Sant Andreu), a la altura de aquella finca que está tocando con una de las curvas cercanas al Eroski, donde solía haber una luz exterior siempre encendida por la noche. Y si por fin estás leyendo esto, aprovecho para asegurarte que no te guardo rencor —ni tan siquiera él lo hacía, creo—, solo quiero (queremos) hablar contigo un minuto. Quiero que me escuches, a mí, que tengo la capacidad de llamar tu atención, a diferencia de aquel que fue tu perro una vez, pero no más.

Lo sé. Sé desde el principio que vas a sacar el tema. Era un perro viejo. Lo vimos tras el frenazo en el camino que te comentaba en el párrafo anterior. No obstante, ni yo ni mi pareja pudimos subir al coche sin él; aquel jueves solo queríamos sacarlo de la carretera y darle un sitio donde pasar la noche, aunque a mí me rehuía. Rehuía a todos los hombres, y lo siguió haciendo durante semanas.

También te diré que al día siguiente no fui a trabajar, sino a dos o tres veterinarios, y no te voy a engañar. El primero nos dijo que lo mejor era sacrificarlo. El segundo, no. Pero ten por seguro que hubiésemos seguido buscando hasta encontrar a aquel que quería luchar por darle una vida mejor.

Ese mismo día se le diagnosticó la hernia de disco que tenía en la espalda y una artrosis de tipo dos muy avanzada. Como sabes, eso hacía que caminase como las muñecas de Famosa, o como un muñeco de Playmobil, pues presionaba la médula constantemente; si te preocupaste alguna vez, mínimamente, seguro que lo recuerdas. Debes saber que le ayudamos a fortalecer las articulaciones con ejercicios, paseos, medicación (Previcox y Gabapentina) y visitas a la playa, buscando esa calidad de vida que creemos nunca había tenido. La herida de la trufa, aquella que nunca se cerraba, nos dijeron que no era leishmaniosis; y la oreja caída intuimos que fue de una infección que se extendió hasta romper el cartílago.

Era un perro viejo, pero también era un perro bueno, ¿lo sabes? Le gustaban mucho los niños pequeños, pero no comprendemos por qué; y los quesitos. Y sobre todo era fuerte. Tras toda una vida de descuidos, se recuperó. Le cuidamos, y casi corría… Casi. Como te imaginarás, nunca volvió a correr, si es que dejaste que lo hiciera vez alguna. Pero paseaba con nosotros, y no hacía falta que se apresurase, ni suelto ni atado, pues no nos alejábamos nunca demasiado de él.

Al cabo de unos meses nos daba besos, y nos perseguía por la casa, y formaba parte de nuestra familia; y sé que le cuidamos el cuerpo, como se pudo, pero sobre todo le sanamos el alma. De eso sí estoy seguro.

Era alegre, fuerte, cabezón, sociable, cariñoso y muy bueno. Era todo eso, y más. Demostró valentía, fuerza, energía, ganas de vivir y mucho amor por todos nosotros, cuando por fin se le permitió. Al principio, tenía pesadillas cada noche, cada vez que cerraba los ojos, y se escapaba cuando por un casual veía que me quitaba el cinturón, o me acercaba a él con una escoba entre las manos, o escuchaba un ruido fuerte. Pero demostró que quería vivir; que quería vivir mucho más. Y viajó con nosotros por toda Cataluña y Mallorca; a su ritmo, claro.

Ahora te pregunto a ti, a quien dejaste abandonado a Caos: ¿por qué lo hiciste?, ¿qué vida tenía mi perro? Y gracias. Gracias por dejar que nos permitiese cuidarlo y nos devolviese mucho más de aquello que alguna vez llegamos a darle. Quiero que sepas que era tan fuerte, que cuando tuvo que marcharse, hubiera querido seguir peleando por estar con nosotros; al final, se dejó ir. Y nosotros dos lloramos junto a él, durante horas. Si alguna vez lees esto, dime: ¿quién crees que llorará por ti? ¿Quién llorará por aquel que dejó solo, herido y en la oscuridad a un alma mucho más noble que la suya propia?

Si quieres puedes llamarme, escribirme, hablarme sobre la otra vida de mi perro, y recordar que todo aquello que tú no hiciste por él, lo hicimos nosotros. Y volveríamos a hacerlo, toda la vida, todas las vidas; porque no era a él a quien salvábamos, nos salvábamos a nosotros. Y si tú, o alguien de los tuyos lee esto, me gustaría que al menos lo supiese, que pensase en ello por un instante.

¿Podrías decirnos cómo se llamaba antes?, ¿por qué no hubo sitio para él?, ¿por qué le abandonasteis? No te hablo desde el rencor; simplemente no lo entiendo. Y él tampoco lo hacía. Ahora está muerto, y puedes creer que poco importa (tienes razón); porque no importa cómo murió (lo hizo muy bien), solo cómo vivió; eso sí, su otra vida; su segunda vida.

Y a vosotros, a todos aquellos que estéis leyendo esto —seáis pocos o seáis muchos, pero no seáis él o ella—, dejadme ser un poco egoísta. Ya sé que no tengo derecho, pues todos los días mueren cientos de miles de animales y personas a lo largo y ancho del mundo; pero dejadme pedir dos cosas, por mí y por Caos, ya que estos Reyes no han sido especialmente buenos con nosotros. Uno, compartid esto, por favor. Haced que se mueva como testigo vivo de mi (nuestro) perro y que tenga la oportunidad de llegar al verdadero lector de este mensaje; dos, hagamos que Caos, ese perro que tenía la columna y el morro destrozados a golpes, o a malos tratos, y que fue abandonado con aquel mosquetón enorme y oxidado que, con una cadena en su extremo, le había privado de caminar, de correr e incluso de ser, siga vivo; luchemos de verdad contra el maltrato animal y contra el abandono; luchemos por una ley que proteja a los animales y que favorezca las adopciones; y sobre todo luchemos por castigos reales contra los maltratadores, por un modo de consumo sostenible, por ser más naturales, por ser más personas, por aprender de ellos y para ellos; por ser mejores.

Caos, te queremos. Y ni Argos, ni Dana, ni los gatos duermen en el colchón todavía. Solo lo miran vacío, mientras tú ya descansas para siempre en nuestros corazones.

Por qué deberías adoptar a un perro viejito

por-que-deberias-adoptar-a-un-perro-viejito

Como siempre que hablamos del tema de adopción, es importante que antes de ir y adoptar a un perro tengas claras un par de cosas para asegúrate de que la decisión que estás tomando es la correcta.

Lo primero que tienes que hacer es preguntarte para qué quieres un perro.

Hay muchas razones y muchas son muy válidas pero justo contestar esta pregunta te ayudará a entender qué tipo de perro es el que más se adapta a tu estilo de vida y así tendrás la seguridad de que tu perro y tú tendrán una feliz relación juntos.

Para aquellas personas que buscan un perro más tranquilo o que no sea una bomba de energía, adoptar a un cachorro o un perro joven puede ser un verdadero reto pues estos perros necesitan jugar más, más atención, entrenamiento y MUCHA paciencia.

Si más bien tú quieres un perro que sea tu compañero para ver la tele, caminar por las tardes y acurrucarse al lado de ti mientras lees, tal vez deberías considerar adoptar a un perro viejito.

Estas son algunas de las muchas ventajas que los viejitos tienen:

1. No hay sorpresas

Cuántas veces has oído el cuento de que adoptaron a un cachorro y creció como casi como un pony. Cuando adoptas un perro viejito no hay sorpresas, lo que ves es lo que hay. Ese es su tamaño final, su color final y su personalidad final.

2. Son perros más tranquilos

Si has tenido un cachorro sabes que son como un bebé de 2 años que se comió una caja de dulces. No paran, son curiosos, quieren jugar todo el día y no entienden muy bien que esa palabra que oyen todo el día: “No”. Un perro viejito por su lado ya es mucho más tranquilo, pasan dormidos o descansando gran parte del día y su actividad favorita es sentarse a tus pies para tenerte cerca.

perro_viejo

3. No necesitan mucha actividad física

A diferencia de un perro joven que tienes que sacar a hacer ejercicio al menos dos veces al día o sacar a pasear al menos una hora para que desahogue toda la energía que trae adentro y que si no lo haces encontrará la manera de desfogarla en casa, un perro viejito ya no es tan activo por lo que salir a caminar contigo un ratito al día es todo lo que necesita para mantenerse sano. Aquí el ejercicio ya no es para que saque la energía sino para que no se entumezca.

4. Son más pacientes

Trata de decirle a un cachorro que espere a que sirvas la comida y luego coma. Buena suerte. Esto lo puedes lograr con entrenamiento positivo pero tendrás que ser consistente y paciente. Los perros viejitos por su lado ya no tienen prisa por comerse el mundo. Son más pacientes en todo, para comer, para obedecer, para salir a pasear, para la vida en general.

img_cuidados_de_un_perro_anciano_guia_completa_de_todo_lo_que_debes_saber_7775_paso_0_600

5. También pueden aprender cosas nuevas

Un perro viejito normalmente ya tiene varios trucos bajo la manga y es fácil entrenarlos pues son pacientes y saben escuchar. Tú como dueño también tienes que ser paciente con ellos, aprender cosas es una de esas actividades que con la edad se va haciendo más difícil.

6. Todos merecemos una segunda oportunidad

Es muy triste pero la tasa de abandono de perros por que son viejitos es muy alta. Muchos dueños abandonan a estos perros porque quieren “un cachorro bonito y gracioso” Esto hace que haya muchos viejitos que fueron perros de casa toda su vida que se ven forzados a vivir en las calles. Ayudar a un pero viejito es lo más bonito que puedes hacer para que pase sus últimos años en un hogar donde lo quieran con el corazón.

adopta-a-un-perro-viejo-870x360

7. Son perfectos compañeros de sillón

Quieres un perro para que le puedas hablar y para acurrucarte viendo películas. No lo pienses más, necesitas un perro viejito. A estos perros les encanta que los acaricien, que los mimen y de preferencia que no los hagas ir y venir. Acostarse contigo en el sillón, en la cama o a tus pies es su sueño hecho realidad.

8. No ladran tanto

Esto no es una generalidad pero en la mayoría de los casos los perros viejtos no son tan ruidosos como un perro joven. Saben distinguir mejor cuándo vale la pena ladrar y cuando no. Además, como pasan casi todo el tiempo descansando, no los verás pegados a la puerta o a la ventana ladrando a cualquier extraño que pase cerca.

perro-sedentarionuestra2

9. No son tan traviesos

Puede que de vez en cuando hagan alguna travesura (porque todos los perros tienen algo de cachorros siempre) pero comparado con un perro joven, estos perros son verdaderamente buenos y educados.

10. Son MUY agradecidos y amorosos

Millones de historias de personas que adoptaron a un perro viejito nos apoyan. Estos perros son amor puro y si les abres tu casa y tu corazón, te llenarán de amor.

066a6cd3-3d05-4bde-a41a-2f9ce51bd8ed

Ahora, hay ciertas cosas que hay que tomar en cuenta con los perros viejitos. La primera es el tema de la salud. Los perros viejitos, como los humanos, tienden a tener más problemas de salud que los perros jóvenes. Sin embargo, trabajar con un buen veterinario que los revise al menos cada 6 meses y te dé los consejos necesarios para mantenerlos bien debe ser suficiente para que tu perro no esté lleno de achaques.

También tienes que saber que un perro viejito es probable que viva menos que uno joven. Esto es una contra pero igual es muy bonito saber que le diste la oportunidad a un perro mayor de pasar sus últimos años en paz al lado de una familia que lo llenó de amor y cariño y esto, no tiene precio.

Si hay niños en la casa, hay que explicarles que el perro es viejito y que no puede excederse a la hora de jugar con él. Son pacientes pero como a todos, no les gusta que los agobien o hagan daño.

Vía institutoperro.com

logo-tienda